El personaje lobo, muchas veces apareció en la literatura unido al bosque, como un espacio de peligro y amenaza, donde algo temible podía llegar: un lobo. Muchas de esas historias fueron tomadas de las creadas y transmitidas oralmente por el pueblo, hasta que en algún momento y de la mano de alguien se llevaron a la escritura. Esopo, por ejemplo, fue un escritor del siglo VI a. de C., que recurrió al lobo-personaje en muchas de sus fábulas, especie de relatos con moraleja. Fábulas como El lobo y el cordero, El perro y el lobo y La grulla y el lobo son muy conocidas y fueron reescritas siglos después por otros fabulistas, como Fedro y Samaniego.
También se le atribuye a Esopo la fábula titulada El pastorcito mentiroso.
En la actualidad, a muchos escritores también les gusta incluir lobos, como personajes de sus textos. Algunos autores han decidido quebrar los rasgos tradicionales del personaje lobo, buscar otros efectos en el lector como por ejemplo El lobo sentimental de Geoffroy de Pennart.
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